domingo, 19 de agosto de 2012

Fragmentos del Blog "Mi niño hermoso" por Mónica Heinrich V.

Cuando ocurrió la masacre de columbine, los adolecentes que perpetraron el hecho fueron llamados Monstruos. De hecho, la conocida revista Time tomó sus rostros como portada bajo el titulo de "Los monstruos de la puerta de al lado".

Han pasado más de 10 años y la tragedia aún no consigue explicarse.

Los "monstruos" desde entonces siguieron apareciendo,
monstruos con rostro casi infantil y figura desgarbada. 
Fue en los 70s que una chica de 17 años inicio oficialmente los tiroteos escolares, pero sería columbine, "the home of rebels", el que se alzaría como símbolo de un sistema donde todas sus instancias han fallado: familia, educación, sociedad, y sobre todo, cuidado mental.

Los "monstruos" desde entonces siguieron apareciendo, monstruos con rostro casi infantil y figura desgarbada. Con mirada perdida y actitud errática. No lo que esperas de un monstruo, sino todo lo contrario.  Monstruos atormentados, casi todos bajo tratamiento psiquiátrico. Jóvenes señalados por algunos sectores de la prensa y por público en general como locos asesinos a los que se debería exterminar por sus atroces conductas. Pena de muerte o suicidio, grita la masa en rechazo a un acto violento que se pretende  castigar con otro acto violento.

Monstruos de los que nadie se responsabiliza pero de que todos son responsables.

Este 2012, Ohio fue el escenario en el que un aparente frágil muchacho de 17 años (al que aconsejan no mencionar con nombre y apellido para no darle inmortalidad o trascendencia) fue el protagonista de un tiroteo ocurrido en un comedor escolar. Asesinó a tres personas e hirió a otras tres.

Estudiante de Neurociencias, James Egan Holmes
Hace unos días, el horror se trasladó a un cine de Denver, colorado. Un estudiante de Neurociencias (James Egan Holmes) irrumpió durante la premier de Batman Dark Knight rises y liquido sin miramiento a 12 personas e hirió a casi medio centenar. Jessica, Jon, Alex, Matt, son alguna de las vidas interrumpidas, irrecuperables que acabaron a manos de un joven de 24 años.

Y este agresor anónimo hasta hace unos días era parte de la sociedad, bien o mal, formaba parte de un entorno familiar, educativo, social. Ahora salen a la luz sus fotos de anuario, sus videos escolares, su perfil de alumno "brillante". En contraste, su primera comparecencia ante la corte luego del aquel ataque lo muestra con el cabello teñido de naranja, la mirada perdida, la actitud errática. Un monstruo más.

Si bien en Estados Unidos se intenta hacer hincapié en el problema del acceso a las armas, Michael Moore en un reciente post publicado luego de la tragedia de Denver dice: "son las armas, pero no son las armas". Y en el cine, que como ya dije, se dicen verdades, se habla de muchas cosas: predisposición innata, crianza, el poco control sobre la venta de armas, el acoso escolar, problemas mentales, incompetencia de los tratamientos psiquiátricos, una sociedad que le rinde culto al existimo y que promueve el aislamiento de las personas que no encajan en un modelo estándar, un sistema que hace celebridades a los asesinos.

Las últimas noticias dan cuenta que luego de lo sucedido en Denver la venta de armas en suelo americano está subiendo como la espuma. De hecho, luego del tiroteo en colorado, en ese estado subió un 43% . Casí la mitad.

Políticamente hablando, Obama y Rommey se dan golpes de pecho, pero en el congreso pocos se atreven a desafiar al poderoso lobby que respalda el uso de armas. A tres meses de las elecciones ninguno de los dos candidatos presidenciales será punta de lanza de una campaña que promueva mayores restricciones.

Seguramente, los minutos de silencio que se piden en nombre de las víctimas de estas masacres se seguirán contabilizando. Es fácil guardar un minuto de silencio.

Los "monstruos" seguirán apareciendo. Esos "monstruos" con cara de niños, mirada perdida, actitud errática. Esos "monstruos" a los que el sistema les ha fallado.
James Alan Fox, profesor de terminología y experto en asesinatos colectivos, declaraba: "este tipo de tragedia es uno de los precios desafortunados que pagamos por nuestras libertades".

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